Pero la vida del grupo continuó, seguíamos
tocando y haciendo nuevas rolas. Tocábamos en todos lados e
inventábamos espectáculos. Hicimos uno llamado “Ya
no me caben las flores en el cuerpo”, que fue el primero donde
usamos flores y veladoras. Adriana escribió unos textos que
antecedían algunas canciones. Fue en el LUCC, éste lugar
fue muy importante para los grupos pues muchos nos dimos a conocer
ahí, era un lugar alternativo, bastante improvisado, pero tenía
muy buen ambiente, se llenaba hasta el tope, y a todos tanto al público
como a los músicos nos encantaba. Quizá alguno de ustedes
lo conoció y recordará. Digo improvisado porque las
cuestiones de seguridad eran bastante precarias. Pero pese a ello
todos los grupos disfrutábamos tocar ahí. Ahí
celebramos nuestros primeros aniversarios.
Volviendo a lo que estaba, llenamos de flores el escenario pero lleno,
lleno, hasta el antro olía fuertísimo a flores, y fue
muy conmovedor, tanto para la gente como para nosotros, sentirnos
capaces de crear una atmósfera tan mística y espiritual
en un antro, nos parecía un logro.
Y así vivíamos inventándonos siempre cosas para
revitalizarnos y continuábamos haciendo canciones. Era el año
de 1990 y fue entonces cuando un integrante decide salirse, quizá
porque no veía claro el futuro del grupo, o tenía otros
intereses o quien sabe porqué. Fue Jacobo, un día habló
con nosotros y nos comunicó que ya no le entusiasmaba estar
en el grupo. En ese momento se nos cerró el mundo y pensábamos
que ya no podríamos continuar. Por éste espíritu
romántico de grupo que uno tiene, de que siempre seremos los
mismos, juntos hasta la muerte, y todas esas cosas. Afortunadamente
ya había aparecido Alejandro Marcovich en la vida del grupo,
y le platicamos, y nos dijo: pues consigan a otro tecladista y continúen.
Al principio nos pareció algo imposible, y después de
meditarlo y de hacer un balance de todo lo que perderíamos
si deshacíamos el grupo. Decidimos continuar, y no fue difícil,
en esto siempre hemos sido muy afortunados, ahí estaba el nuevo
tecladista, era nuestro amigo y era la persona ideal: Juan Sebastián
Lach, si recuerdan él era integrante de “Los psicotrópicos”,
que por cierto seguían tocando ahora como trío. Bueno
pues lo invitamos al grupo y aceptó, no podríamos haber
tenido mejor suerte, era amigo, era alguien cercano, le gustaba el
grupo, y era y es un excelente músico. Santa Sabina continúa
y por un largo tiempo.